Buscar este blog

martes, 9 de mayo de 2017

MARIÑEIROS DE FOZ: Xosé Penabade, Xesús da Xacoba e Xesús Castiñeira.



Do libro Foz a xanela dos nosos devanceiros. P. 59

Neste artigo imos falar de tres mariñeiros de Foz que alcanzaron certa sona grazas aos medios de comunicación. Sabemos, porque o sabemos, que non eran os únicos mariñeiros focegos pero a falla de documentación, polo menos en prensa, que é na que traballamos, impídenos levar a cabo un estudio de outros focegos traballadores do mar.

Hoxe imos falar de Xosé Penabade, Xesús da Xacoba e Xesús Castiñeira.

Xosé Penabade.

De Xosé sabemos moi poucas cousas. Preguntando a persoas coñecedoras do tema dinme que Penabade son os do Cotarelo e os de Patarroxa, eu, na miña ignorancia, non podo afirmar nin negar.

O que si podo dicir é que a primeira noticia que atopei sobre Xosé Penabade data do ano 1895. O seguinte documento que imos transcribir fai referencia á sociedade formada polos empresarios Antón Freire e Francisco Junquera, ambos de Vilanova de Lourenzá, cos mariñeiros Penabade e Florencio Martínez, ambos de Foz, que tiña por fin a pesca da sardiña, mellor será que o leamos:
En la villa de Foz, a doce de marzo de mil ochocientos noventa y cinco. Reunidos don Francisco Junquera y don Antonio Freire, vecinos de Villanueva de Lorenzana, asi como Don José Penabad y don Florencio Martinez, que lo son de esta villa, por el último recivi cuenta de los ingresos y gastos que hasta la fecha hizo el Trainera ( Peral) de la que son socios por partes iguales y las que por unanimidad aprobaron de las que resulta un deficid de doscientos siete reales y setenta y cinco centimos, habiendo adoptado por la sociedad los siguientes acuerdos:

1º.- Hacer un desenbolso de ochenta pesetas por individuo para las abentualidades que puedan surgir en la 1ª temporada de sardina y que aprorata se satisfaga el deficid de los doscientos siete reales y setenta y cinco centimos.

2º.- Que cada vez que la trainera vaya al mar se le abonará por gastos de administración al Martinez, seis reales y al Penabad por patronearla diez, siempre que haya sardina y no habiendola yendo a la Mar ganará el Penabad ocho reales en lugar de los diez y demas el Penabad al rendir cuentas se le dará el cinco por ciento de lo liquido a repartir.

3º.- Quedan facultados el Martinez para hacer todo cuanto considere necesario y redunde en beneficio de la sociedad lo mismo que el Penabad pertenezca en sus funciones.

Y abiendose encontrado conformes todos lo firman dandole toda la balided que en derecho pueda tener”.

As condicións laborais nas que traballaban os nosos mariñeiros eran bastante penosas, pero como sempre acontece, poden ir a peor. Algo diso aconteceu no noso Foz. O endurecemento das condicións laborais e a redución do salario recibido son as causas que motivan que un grupo de mariñeiros de Foz realicen unha manifestación no ano 1895. Atopamos esta noticia no xornal El Correo de España, no seu número do 25 de agosto. Tamén atopamos referencia a esta manifestación no xornal El Eco de Galicia: órgano de los gallegos residentes en la Repúblicas Sud-Americanas, nº 138, de data 20 do agosto de 1895. Non fomos quen de atopar referencia documental a esta manifestación na prensa española. A noticia sacada do primeiro dos xornais mencionados di así:“Manifestación frustrada: Dicen de Foz, que unos cuarenta tripulantes empleados en la pesca de sardina que en la ría de aquella tienen establecida en compañía los señores Don Benito y Don José Rodríguez, trataron de celebrar una manifestación por que no se les aumentaba sus jornales respectivos.
Enterada la benemérita de dicho puesto personose en el lugar donde los manifestantes se hallaban reunidos, obligándoles a que se retirasen, a lo que sin otras consecuencias accedieron, desistiendo de tan hostil actitud.
Añaden que el motivo que les indujo a reunirse con objeto semejante había sido porque la compañía Rodríguez empleara en las embarcaciones otros operarios por menos sueldo dejando a los manifestantes, casi en su mayoría, reducidos a la miseria.
El juzgado municipal de Foz, instruye las primeras diligencias sumariales por tal motivo”.

Imaxinámonos que Xosé Penabade sería un deses mariñeiros que se manifestaban.

Xesús da Xacoba.

Tal vez do que menos sabemos. Descendentes seus aínda conservan o nome “da Xacoba”, como apelativo familiar.

Si sabemos algo deste home é gracias ao cronista oficial de Mondoñedo, don Eduardo Lence Santar, que, aparte de ser un amante de Foz, tamén presumía de ser amigo de Xesús e de Xosé Penabade.
No xornal Vida Gallega, do seu número do 5 de decembro de 1923, don Eduardo escribía un artigo titulado Traiñeiras de Foz e nel cóntanos o seguinte:Se dedican a la pesca en Foz una motora, seis lanchas de vapor, siete traineras y más de veinte botes y lanchas.  La motora y las lanchas  de vapor van con frecuencia a la altura de Navia y Luarca, en Asturias, llegando muchas veces al cabo de Peñas. En el puerto entran barcos de 300 toneladas. No entran de más porque la ría está por todas partes llena de arena. Sucede con fecuencia que las traineras y lanchas al regresar al puerto no pueden vencer el enorme oleaje de la barra y tienen que refugiarse en Tapia, ya que en Ribadeo tampoco pueden entrar.
¡ Que peligros y sin sabores pasan los marineros! ¡ Pobrecillos! ¡ Bien miserable y criminal es el que los explota! ¡Y sin embargo, son muchos, muchos los que viven a cuenta del sudor y de la vida de los brazos trabajadores! ¿ Qué marinero gana lo que en justicia debe ganar? Tal vez ninguno. Son muchos los hombres de Foz que sirven de tripulantes en barcos españoles, franceses, ingleses y americanos. Raro es el marinero que no recorrió la mayor parte de los puertos de Europa y aún de otros continentes. Entre los marineros que más han viajado figuran mi amigo Jesús de Xacobo y Penabade. Jesús es hombre valiente y listo.
¡Que historias me tiene contado en su casa del Campo! Estuvo en todas las partes de Inglaterra, Francia, Holanda, Rusia… Recorrió las principales de América y Asia. Habla el inglés y sabe de memoria la mar de pasajes de la Biblia protestante. Hoy es cocinero del vapor Rosario, de Avilés.
Penabade afirma rotundamente que en una ocasión hallándose en aguas del Brasil, oyó cantar, por el lado de estribor, la Serena de los mares. Dice también que la Serena, de medio cuerpo para arriba, es mujer, y de medio cuerpo abajo, pescado con conchegas. Y añade: la Serena es muy decente, pues no traba, agás que la insulten. Cuando era mujer, su madre le echó una soberbia y desde entonces anda anfibia por el mar.”

Na anterior noticia nótase o cariño que don Eduardo lle profesaba a Xesús da Xacoba. Se no ano 1923 Penabade era o que afirmaba ter escoitado a serea, no ano 1939 o protagonista desta historia era Xesús da Xacoba. Así o podemos ler no xornal El Compostelano, no artigo que don Eduardo publicaba o 28 de xullo dese ano : “
 “En Foz contan que o mariñeiro Xesús de Xacobo, indo pra Bos Aires, oíuna cantar unha noite preto d’a costa d’o Brasil”.


Xesús Castiñeira Ramos.

Xesús Castiñeira nas penas do Escairo.
Rematamos coa figura de Xesús Castiñeira Ramos. Del sabemos que no ano 1929  as forzas vivas de Foz solicitan unha recompensa e un recoñecemento polo papel que xogou no salvamento do Chacartegui. Segundo nos conta o xornal El Progreso “ha cundido la idea de solicitar de los Poderes públicos una recompensa para el marinero Jesús Castiñeira. (…) el mencionado Castiñeira arrojóse al mar sin temor al encrespado oleaje que había hecho zozobrar a la chalupa del vapor Chacartegui y con harto y noble desprecio del peligro que su vida corría, buscó hasta el fondo para sacar a flote el cuerpo del desgraciado José Pontes Verdes, quien, a pesar de los esfuerzos realizados, fallecía momentos después”.(El Progreso, 1929, 17 febreiro).

Vexamos agora como nos relata o xornal El Progreso o naufraxio da lancha auxiliar do Chacartegui: “Hoy, a las nueve de la mañana, llegó a la boca de este puerto el vapor Chacartegui y a fin de entrevistarse con los prácticos para cerciorarse de si el estado del canal permitía la entrada, lanzó al agua una chalupa tripulada por el capitán y dos marineros.
Al intentar atravesar la barra, un golpe de mar volteó la embarcación y arrojó fuera de ella a los tres hombres.
Unos pescadores que en la playa reparaban sus artes, diéronse cuenta de la tragedia e inmediatamente se dispusieron a salir en auxilio de los náufragos con dos motoras.
Cuando llegaron al punto en que la pequeña embarcación había zozobrado, el capitán había ya conseguido tomar tierra a nado, y una de las motoras, mandada por Manuel Fraga, recogió a otro que se mantenía aferrado a la quilla d ela chalupa con manifiestos síntomas de asfixia.
El tercero, después de repetidas exploraciones, fue descubierto, ya en el fondo, por la tripulación de la motora mandada por Pedro Fraga, teniendo que descender a buscarlo, con exposición de su vida, uno de los marineros llamado Jesús Castiñeira.
Una vez entierra, pudo comprobarse que el desgraciado había dejado de existir. Se llamaba José Pontes Verdes, era soltero, natural de Corme.
El capitán del Chacartegui, es hermano del capitán del Diciembre, que está anclado, desde hace días, en este puerto, quien con la natural ansiedad se dio cuenta de la situación de los náufragos y contribuyó a su salvamento, en una de las motoras”. (El Progreso, 1929, 6 de febreiro).

Referencias a este acto de valor aparecen tamén na prensa sudamericana e así no xornal El Correo de Galicia: órgano de la colectividad gallega en la República Argentina podemos ler esta noticia no seu número do 31 de marzo de 1929, da que tan só daremos conta do seu final, pois o resto xa o coñecemos, onde se nos di que “si de algo sirve nuestra voz, únase a las muchas que justamente solicitan para Jesús Castiñeira tan preciado y merecido galardón”

Descoñecemos se lle chegaron a dar esa medalla, o que si sabemos é que no ano 1933 aparece como vicepresidente da asociación do Pósito de pescadores de Foz: “por dimisión de toda la directiva, se procedió a la votación nominal de los que habían de sustituírla, resultando elegidos: presidente, don Agustín Freire, celador del puerto jubilado; vicepresidente, don Jesús Castiñeira; secretario, don Ramón Salgado Toimil; vicesecretario, don Serafín Fernández; tesorero, don Balbino López; vicetesorero, don Tristán Alonso; vocales, don Antonio couto, don Jesús Lestegás, don Pedro López Pérez y don Eliseo Méndez”. (El Pueblo Gallego, 1933, 14 de marzo).
Ao ano seguinte xa ocupaba o cargo de presidente da citada asociación: ““ayer hemos tenido el gusto de saludar al presidente del Pósito de Pescadores de Foz, don Jesús Castiñeira, y el secretario del mismo, nuestro querido amigo y corresponsal en dicha villa don Ramón Salgado Toimil”. (El Progreso, 1934, 31 de marzo).

A derradeira noticia de Xesús en prensa data do ano 1957, nela dásenos conta do seu falecemento: “ha muerto el pescador Jesús Castiñeira, popular en todo el litoral cantábrico. Se jugó varias veces la vida en salvamento de náufragos.
En la villa costera de Foz ha fallecido uno de los más populares y respetados pescadores, Jesús Castiñeira Ramos, que contaba setenta y siete años de edad. Se dedicaba a la pesca desde los catorce años, a excepción de unos cuantos que estuvo embarcado como tripulante en un viaje de cabotaje. Era conocido en todo el litoral Cantábrico; nunca tuvo medios de fortuna y su pesca de bajura, ala que se dedicó enteramente, proporcionaba alimentos para sus ocho hijos. En su larga vida profesional, siempre de intachable conducta y honradez, este viejo marinero llevó a cabo varios actos heroicos, entre ellos el salvamento de tres náufragos d eun buque de cabotaje naufragado en cuya acción se jugó la vida, asíc omo el salvamento otra vez, de dos marineros, cerca de Foz. En una ocasión el barco que él  mandaba, ocupado por siete tripulantes, zozobró a causa de un fuerte golpe de mar”. (Imperio: Diario de Zamora de Falange Española, 1957, 24 febreiro).


 
Castiñeira, de pe e boina, no seu bote Marita.



LEMBRANZAS FOCEGAS DE MANUEL LUGILDE DÍAZ.



No folleto das festas do San Lourenzo de 1983 a comisión tivo a ben incluír un pequeno artigo de Manuel Lugilde Díaz, que escribira en Betanzos, aló polo ano de 1980.
Permítanme agora poder copiar este artigo titulado Una época concreta de Foz, no que se nos fala do Foz da infancia de Manuel Lugilde:

“Les juro que estos intrascendentes sucedidos son recuerdos extrapolados del Foz de la guerra civil que a cada uno le tocó vivir de niños. Entonces, los indicadores de la villa en Marzán y Villajuane aludían al País de Jauja; lo que parece ser no molestaba a nadie, a juzgar por los años que se mantuvieron colocados.

Foz apenas era más que una plaza, el Campo y un poquito la Carretera a la llegada de los autobuses de Vivero y Lugo. Como es fácil comprender, estaba lejano el boom turístico comercial de nuestros días, que tanto cambió la fisonomía y – comprensiblemente- el modo de ser de sus gentes, que poco o nada asemejan a las de entonces.

Era Foz breve y peculiar, sin hombres jóvenes, extraídos para alimentar la guerra, lo que nos daba a los críos cierto protagonismo más o menos aprovechado. En verano, la playa, con su gigantesca peña de A Rapadoira, era una especie de patio de colegio, presidida por su anfitrión el señor Pérez, un simpático madrileño que vino a Foz  a veranear tres semanas y por la tontuna de la guerra se quedó tres años. Decoraban esta misma playa una explosiva rubia (o así la imaginábamos), pariente próxima del cacique lugués Pepe Benito, y Amalita, serena belleza asturiana, que, en circunstancias algo confusas, llegó con sus padres a Foz, donde permanecieron varios meses.

El señor Cageao, aquel pionero del Foz actual veía concluida la entonces fabulosa construcción del cine de su nombre. Los carteles anunciaban su inmediata inauguración con un extraordinario espectáculo enxebre el 25 de julio del 36, donde actuaría el coro lugués Toxos e Frores. Las circunstancias lo impidieron y el cine-teatro fue inaugurado en la misma fecha tímidamente con la proyección de Vía Láctea, de Harold LLoyd, actualmente revivido por la televisión. De todas formas, Papíto no era hombre al que se le encogiera fácilmente el corazón, y a los pocos meses de la fallida inauguración, la cartelera anunciaba: “Procedente del Teatro Argensola de Zaragoza y de paso para Coruña y Vigo, actuación de la compañía de teatro Florencio Medrano y Esperanza Rubio”, con un elenco de 26 artistas que debutaban con “El Idiota”.

Como antes, después y siempre, el mar y sus elementos era lo que rompía la monotonía del diario vivir. La flota pesquera de motor empezaba a tener entidad. O Peidiño había sido reemplazado por O Alfa, de nombre La Golondrina. La vieja Elisa, del Chamarro, daba paso a su sucesora, en mala hora llamada República; La Villa, Polar, Madrileña, María, O Paques, O Páxaro, Rosita, etcétera, eran otras de las embarcaciones de mayor fuste.


El frente estabilizado a pocas decenas de kilómetros, dejaba en zona roja la mayoría del litoral cantábrico, lo que hacía temerario navegar más allá d’o Gabito. Por otra parte, los jóvenes de las dinastías marineras de los Chamarros, Fraga, Quintalero, Lourín, Carballido, Cachitas y otros, estaban en los frentes, quedando para tripular estos pesqueros los viejos y los críos, donde los había.
En aquellas circunstancias, el bonito y el atún, en frase vulgar, se mataban a gorrazos sin necesidad de rebasar o cántaro y en ello llevaba ventaja Chao con o baúl, así denominado por su parecido con estos armatostes, lo mismo que en el rato y agulla, Castiñeiras, Claudio, Chila y O Mangueiro, que les bastaba para formar dotación su experiencia marinera y la ayuda de sus críos.

Un hecho emotivo, por aquellas épocas, conmovió al pueblo, burlando el rígido bloqueo marítimo ejercido por la flota del bando nacional, una embarcación santanderina de San Vicente de la Barquera arribó a la altura de Foz. Sorprendentemente, su única dotación estaba formada por dos niños de 12 y 14 años de edad, motivados seguramente por un  afán  de protagonismo, sustrajeron en aquel puerto la embarcación, emprendiendo una aventura que cualquiera puede juzgar. Liberado el norte después de muchos meses, niños y embarcación fueron devueltos a su destino.
Otra diversión que nos proporcionaba el mar era la construcción de la escollera de Tupide. Las enormes rocas eran transportadas en una gabarra que creo que tripulaba Lorenzo de Mariña, José María de Pisón y Rascabolas, hasta que un buen día se hundió la gabarra. Su reflote, espectacular, consumió buenas dosis de ingenio no exento de comicidad. Cuando la marea era baja se amarraban al casco unos enormes bocoyes que al subir la marea se iban hundiendo hasta que la fuerza de inmersión reventaba las sogas, lanzando una y otra vez los bocoyes al aire como globos de verbena. Era todo un espectáculo, que lógicamente molestaba a los protagonistas. Los críos, dejados un poco a nuestro aire, aprovechábamos todas las formas de divertirnos dentro de las limitaciones de unos tiempos y una sociedad que no era precisamente de gran consumo.
Los días festivos caminábamos a Pozo Mouro, para ver los convoyes militares, especialmente las tropas moras, de paso para el frente de Asturias. Los juegos predilectos, aparte de fútbol, que ya se practicaba en cantidad, era el descenso por la carretera nueva en bicicletas de madera que nosotros mismo construíamos. En la doble faceta de conducir y construir, era especialista un crío de Fondós con nombre pornográfico, quien transcurrido el tiempo se convirtió en virtuoso de la forja. Las propinillas dominicales, una vez separados los 20 céntimos del cine, eran para el señor Montero, que siempre estaba a mano con su tentador carrito de golosinas, y con menos frecuencia para el “cubano”, aquel emigrante de Mondoñedo, grandote y voceador que, como nadie, pregonaba sus famosos “soufres”.
Los mayores, por fuerza austeros, consumían sus horas de ocio escuchando por los altavoces del Capitolio las arengas de Queipo de Llano.
Otros recuerdos de aquellos tiempos acuden a la mente que no consideramos propios de incluir en un libro de fiestas. Tal vez, al heterogéneo colectivo del Foz actual estos grises sucedidos nada le sugieren, pero bueno es creer que aquellos que participaron de estas vivencias han de sentirse identificados con uno y dispuestos a rememorar el pasado en esta edición de San Lorenzo, que a todos deseamos muy feliz.

Lugilde. Betanzos, verano de 1980"


Poesía de Noriega Varela, no folleto das festas.
.

EXECUTORIA DE FIDALGUIA DE ALONSO VIDAL. SANTA CILLA.


Dentro da categoría de fidalgos menores traemos a colación a figura de Alonso Vidal , veciño da parroquia de Santa Cilla, mais concretamente do lugar de Vilatuixe. Alonso recibe unha real executoria segundo a cal era recoñecida a súa fidalguía, tendo, dende o momento en que a executoria se lese publicamente, que ser recoñecido polo pobo como fidalgo, reservándoselle as preeminencias reservadas á súa clase.

No Arquivo da Real Chancelería de Valladolid, conservan este documento baixo a sinatura de Pergameos, caixa 36,2. Tamén se pode consultar na páxina pares.mcu.es, onde aparece dixitalizada.

A executoria, que vai asinada pola raíña dona Xoana, data do 7 de xullo de 1508 e nela aparecen varias testemuñas, case todas de condición fidalga que contestan a unha serie de preguntas previas.

Entre as distintas testemuñas desta  executoria vemos como aparece Xoán de Valiño, que declara coñecer ao pai do litigante, “Rodrigo de Villatuyxe”, dende hai polo menos algo máis de corenta anos. Lembra ter ido á casa de Rodrigo onde vivía coa súa dona, Maior Martínez, e co seu fillo Alonso, “dicho Rodrigo de Villatuyxe estaba casado i teniendo moço pequeño en su casa al dicho Alonso Vidal que como tenia y bivia y morava el dicho Rodrigo en el logar i feligresia de Villatuyxe, que es en el coto de Sant Martin de Mondoñedo donde el entonces bivia i morava el dicho Alonso Vidal”. Xoán de Valiño calcula que coñecía a Alonso Vidal dende hai uns quince anos, por iso sabe que despois casara.

O mencionado Valiño di que tanto Alonso, como seu pai Rodrigo e seu avó, Álvaro de Vilatuixe, gozaban do estatuto de fidalgos de lugar coñecido. Así, lembra unha vez que paseando co Prior de San Martiño, oíra como varias persoas recoñecerana os membros desta familia a súa condición fidalga,“que andando este testigo con Arias Perez, de la camara monasterio de Sant Martino i oyera deçir a ciertas personas de aquella tierra que desde que ellos avian conosçido bien al dicho Alvaro, abuelo del dicho Alonso Vidal i padre del dicho su padre y deçian que avia sido ome fijodalgo conosçido que venia i desçendia del casar de Villarino, que es en el dicho coto de Sant Martino i feligresia de Santa Cecilia, el qual dicho casar avia visto este testigo muchas veçes i que agora esta caydo i despoblado, que es casar sabido y conosçido de omes fijosdalgo i deçia que venia i desçendia el dicho Alvaro Alonso de los omes fijosdalgo del dicho casar de Villarino”.

A diferencia máis salientable entre un peiteiro e un fidalgo é que o primeiro tiña que pagar impostos, algo, do que o segundo, estaba totalmente excluído. Por iso Valiño lembra que os peiteiros da parroquia de San Martiño “avian pagado i pagavan  en cada un año el yantar al obispo de Mondonedo, que era un buey i ciertos carneros i gallinas i pan cozido quanto esto  le davan i pagavan al dicho obispo los dichos pecheros mas le daban de merindad en cada un año cada vezino pechero otros sesenta maravedis “. Os recadadores ían reclamando os peitos polas casas e ao chegar á casa dun fidalgo pasaban por diante sen deterse. Este feito é empregado, continuamente, nas demandas de executoria para demostrala fidalguía dunha persoa, por iso Valiño recoñece que mentres que os peiteiros pagaban o xantar ao bispo o pai de Alonso Vidal non o facía: “i viera que llegando a la casa del dicho Rodrigo de Villatuyxe, los que cogian los dichos pechos, la dexavan i no entravan en ella ni le pedian ni demandavan ni pagava en cosa alguna de los dichos pechos por le aver i tener i conosçer por ome fijodalgo”.

Os fidalgos, aparte de non colaborar coa facenda pública, tiñan outra serie de preeminencias, así podíanse sentar diante na igrexa, xuntábanse entre eles e non se mezclaban co resto do pobo. Así nolo reflexa Valiño quen di: “ por que le viera i avia visto, como tales omes fijosdalgo, allegarse en las fiestas i vodas i igleisas i a sentarse con los otros omes fijosdalgo adelante i primero que los pecheros”.

Realmente, se tiña algún problema o de ser fidalgo era a obrigatoriedade de ter que asistir, como soldado, aos chamados reais para as guerras. A inexistencia dun exército profesional obrigaba aos reis, e por ende, aos nobres poderosos, a convocar aos fidalgos para crear un exército. Alonso Vidal non se librou desta obriga e tivo participar no cerco e asalto do castelo da Frouxeira, defendido naquel tempo por Pardo de Cela. Posteriormente participará na toma do castelo de Vilaxoán, defendido pola filla e o xenro do Mariscal. Valiño así nolo conta: ““otro si dixo que este testigo viera yr i estar sirviendo al dicho Alonso Vidal como fijodalgo, por mandado del governador de Gallizia, en pena Froxeyra, en el cerco de Villajuan donde vio yr el testigo a servir a los fijosdalgo del dicho Regno de Gallicia por mandado i llamamiento del governador”.  

Outra testemuña, presentada por Alonso Vidal, será Lope García, un fidalgo de 50 anos e veciño de San Martiño. Este afirma que coñecera a Rodrigo de Vilatuixe, que levaba entre 15 ou 20 anos falecido, polo tanto debeu de morrer entre os anos 1488 e 1493.

Este Lope García, que tiña 24 anos no tempo do asalto ao castelo da Frouxeira, ao cal debeu de acudir pola súa condición de fidalgo, asegura que Alonso Vidal participara nesta acción bélica “como ome fijodalgo a servir con los otros omes fijosdalgo de aquella tierra, por mandado del governador, al çerco de Villajuan i a pena Froxera”.

Resulta interesante a declaración de Xoán de Losada, un fidalgo de 65 anos e veciño de Romariz, pois nela menciona a Álvaro Alonso, avó do litigante, do que di que sempre oíra dicir que era fidalgo. Mais non foron simples peiteiros ou fidalgos os que afirmaron a fidalguía de Álvaro, senón nobres de peso, como o Mariscal Pardo de Cela ou Vasco López de Río, este último orixe da familia dos condes de Fontao: “oyera desir, por fama publica, al Mariscal Pedro Pardo i a Vasco Lopez de Rio i a Ruy Lorenço de Adelan i a otros de aquella tierra que eran mas antiguos que este testigo i desta que ellos avian conosçido al dicho Alvar Alonso i que fuera ome fijodalgo”.

De igual maneira que o seu neto Álvaro tivo que participar en guerras cando foi chamado polo Rei: “oyera desir a çiertas personas antiguas de aquella tierra que el dicho Alvar Alonso, abuelo deste dicho Alonso Vidal, que sirviera como fijodalgo en la guerra de Antigua”.

 Outras testemuñas que aparecen nesta executoria son: Pedro González, veciño de Santo André, no concello de Viveiro, e de 70 anos, era peiteiro; Diego Ianes, un fidalgo de 50 anos e veciño de San Vicente de Lagoa; Xoán Basanta, veciño de Valcarría e Xoán da Xunqueira, veciño de San Pedro de Benquerencia.

Páxina de inicio da Executoria. pares.mcu.es

Naufraxios a carón da illa da Coelleira.

A illa Coelleira.

Co gallo da visita á nosa terra do duques de Montpensier publícase no ano 1852 un libro titulado  Los serenísimos duques de Montpensier en Galicia, nel fálase da nosa terra, explicando a nosa xeografía e o carácter da nosa xente, supoño que para que os señores duques soubesen onde se atopaban. Independentemente da súa función, o que nos interesa, hoxe, deste libro é cando aborda o tema da illa da Coelleira, que aparece mencionada conxuntamente con outras illas da Mariña, das que se nos di: “son en su mayor parte peñascosas, y solo sirven algunas para la caza de conejos y aves acuáticas; es peligroso acercarse a ellas no siendo en tiempo bonancible”.

Esta escasa, e perigosa, accesibilidade aparece tamén reflectida no libro titulado Album histórico, científico y literario de Galicia. Nel escribía Xacobe Arauxo un artigo sobre a Illa Coelleira, da que di que estaba:“rodeada de un mar fuerte y espumoso, y combatida continuamente por el rudo oleaje del Océano (…)isla, que mirada de lejos presenta la mirada de un monstruo”. Arauxo menciona que recentemente se edificara nela un faro que “tiene por base las ruinas de un templo y por circunferencia el vestíbulo de un extenso osario”.

Non imos neste artigo falar nin da orixe do convento que existira na illa, que sempre foi atribuído aos monxes templarios, nin tampouco dos distintos usos que se lle deron a esta illa. Non, imos falar do perigoso que era pasar preto dela e de como algún que outro barco atopou alí o seu final, levándose consigo, a vida de mariñeiros.

A primeira noticia que puidemos encontrar data do 22 de febreiro do ano 1851 e  atopámola no libro Os naufraxios da Galicia Norte, obra de Hixinio Puentes, quen na páxina 211 fálanos do naufraxio do barco Nosa Señora do Carme, do que nos di que: “en maio de 1845 estaba rexistrada co folio 117 de San Cibrao. Naufragou a carón da illa Coelleira”. Non se menciona se hai falecidos.
 Supoñemos que non foi o primeiro, e por desgraza, tampouco será o derradeiro.

Así fomos quen de  atopar no xornal Gaceta de Galicia, no seu número do 15 de outubro de 1893, unha noticia relativa ao afundimento dun vapor de Noruega. Deixemos que sexa o propio xornal quen nolo conte: “El vapor Cabo Peñas desembarcó en la Coruña la tripulación y pasajeros del vapor noruego Lands Kronna, que de Burdeos se dirigía a Lisboa, naufragando a las cinco de la mañana del domingo en la isla Conejera cerca de Vicedo. El capitán Doitir, del Cabo de Peñas, hizo infructuosos esfuerzos por sacar el vapor náufrago de las rocas donde encalló. Entre los náufragos se encontraba el distinguido tenor de ópera Mr. Gregorio Gabrieleske, que anteayer mismo salió por tierra para Lisboa, donde va a cantar, en unión a la señora Theodorini, en el teatro San Carlos. El vapor y la carga se perdieron totalmente, salvándose toda la tripulación y pasajeros”.  Sobre este naufraxio tamén nos informa Hixinio Puentes no libro, anteriormente mencionado, na páxina 222.

Como ben sabemos os derradeiros meses do ano 1893 foron nefastos para as embarcacións da Mariña, unha serie de temporais provocou unha continuada riada de naufraxios e mortos. Anteriormente vimos o afundimento do mes de outubro, no que se puido salvala tripulación, pero o 27 novembro, segundo nos relata Hixinio Puentes na páxina 223, hai outro naufraxio: “revirou unha lancha de pesca a carón da illa  Coelleira, morrendo afogado un dos tres tripulantes. Os dous sobreviventes puideron salvarse gracias ó auxilio doutra lancha que patroneaba un mariñeiro chamado Pichico. O desaparecido era de Viveiro”.

Fomos quen de atopar esta noticia atopámola no xornal El Eco de Galicia, no seu número do  5 decembro, na que podemos ler: “ volcado una lancha el lunes 27 del pasado en las inmedicaciones de la isla Colleira, pereciendo ahogado uno de los tres hombres que la tripulaban, y salvándose los otros dos, gracias al oportuno auxilio de una lancha patroneada por el marinero vulgarmente llamado Pichico, en unión de otros varios. El cadáver del ahogado, vecino de Vieiro, todavía no había aparecido”.

 
Foto da páxina patrimonio do Vicedo.
Hixino tamén nos conta que o día do Carme (16 de xullo) de 1900 saía da praia de San Román do Vale: “un lanchón cargado de táboas para a fábrica de salgadura de peixe de José Penicho, de Vicedo, que era o mesmo dono do lanchón. Ía tripulado por oito homes, todos eles de San Román de Suegos”.(P.224).

 No xornal La Idea Moderna, no seu número do 22 de xullo de 1900, dase a noticia deste naufraxio. Segundo o xornal reciben unha información dende o Barqueiro segundo a cal “el día 16 del corriente salía de la playa de San Román, en la costa de Vivero, un lanchón cargado de tabla, propiedad de José Peniche, de Vicedo, con destino a la fábrica de salazón que en este punto tiene el mismo, el cual lanchón iba tripulado por ocho hombres, todos vecinos de San Román de Suegos. A unas mil brazas mar adentro una ráfaga de viento lo hizo zozobrar, yéndose el lanchón con la quilla arriba. Cuando el vecino de este puerto, don Ramón Manuel Casariego, que se hallaba en las inmediaciones de la Colleira en su buceta, en unión de Andrés Fernández, vio el siniestro, y con un celo digno de encomio, á todo remo se dirigió al sitio del naufragio, en donde tras no pocos esfuerzos consiguió salvar la vida a siete individuos, pero no así al otro, que se fue al fondo, sin que sirviesen de nada los esfuerzos que hizo el señor Casariego para sacarlo.
El ahogado era de Suegos, casado y deja seis hijos. Su cadáver no ha aparecido.
No es la primera ni segunda vez que el señor Casriego salva del furor de las olas a indivíduos que, sin su arrojo y serenidad, perecerían ahogados, y alguna vez, por salvar a otros estuvo en peligro de perecer el.
Dignos son estos hechos de ser recomendados a la Sociedad de Salvamento de Náufragos”.

No ano 1901, o xornal El Eco de Santiago, no seu número do 5 de decembro daba noticia doutro naufraxio moi preto da Coelleira, tal vezo  peor de todos, pois costoulle   a vida a tres homes: “El lunes de la semana última salió de Vivero la lancha San José, cargada de tabales de sardina, con destino a la Coruña.
Al salir de la ría de Vivero al SE, del punto conocido por la Colleira, á tres millas de la costa, un golpe de mar, dando violentamente en el lado estribor de la embarcación anegó esta y la sumergió. Sus tripulantes cayeron casi todos al agua. El patrón, José Nabril, quedó asido a la braza de la vela y un marinero logró asirse agarrado a un cabo del barco. El golpe de mar barrió de la inmediaciones de la lancha a toda la tripulación, así como los remos, una chalana, ocho tabales de sardina y una pipa de grasa que iba sobre cubierta. Sólo quedó a bordo el patrón y luego logró subir asiéndose al cabo el marinero Benigno Pérez. Entre los dos pudieron largar un ancla y dar fondo. Otro marinero, Benito Muiños, consiguió arrimarse a la embarcación.
Los otros tres tripulantes lucharon con el fuerte oleaje, asidos a trablas, durante una hora, sin que sus compañeros pudiesen prestarles auxilio alguno y uno tras otro fueron desapareciendo, sepultándose en el mar.”

 Rematamos este relato falando de Anselmo Fernández, veciño de San Estevo do Val, que estivo a punto de morrer afogado dúas veces. A primeira a carón da illa Coelleira, antes de cumprila maioría de idade e a segunda no naufraxio do vapor Unión.
Deixemos que sexa o xornal El Progreso, no seu número do 5 de decembro de 1908, quen nos conte toda a noticia: “En la terrible catástrofe del naufragio del vapor Unión num. 1 de la Coruña, y en el que perecieron once hombres, el único superviviente que después de cuatro angustiosas horas pudo ser recogido, se llama Anselmo Fernández, de 18 años de edad y natural de San Esteban de Valle, en este partido judicial.
Este heroico muchacho, hace años que en unión de otro hermano estuvo en muy poco que no pereciese; pues la pequeña embarcación que ambos solamente tripulaban, fue llevada por un temporal desde la altura de la Colleira, en donde se hallaban pescando, al puerto de San Ciprián, donde unos marineros de otro puerto les prestaron auxilio.
El Anselmo, es huérfano y aun cuando el, al ser salvado, habló de su madre, se refirió, sin duda, á su abuela, a quien le da aquel dulce nombre, por ser la que lo crió desde muy pequeño que se quedó sin sus progenitores”.

Ao principio deste artigo mencionábamos que a dificultade que existía para acceder á Coelleira, dificultade que se convertía en imposibilidade cando había temporais. Así vemos como o xornal El Pueblo Gallego, no seu número do 1 de febreiro de 1936, informaba da situación do faro existente na illa Coelleria, que  “se encuentra apagado y se tratará de restablecer el servicio tan pronto el temporal reinante permita el acceso” . O mesmo xornal, no número  do 4 de marzo de 1949 informa do restablecemento da luz do faro da Coelleira. Isto non quere dicir que se tardasen 13 anos en arranxalo faro, senón que responde a que a mesma situación, rotura da luz do faro da Coelleira, tivo lugar ao longo do tempo.


martes, 2 de mayo de 2017

RETAZOS DE EMIGRACIÓN MARIÑÁN NO SÉCULO XIX.


Este artigo escribino pensando no bo amigo Martín Fernández Vizoso, a persoa que máis sabe da emigración galega. Agardo que estes datos, breves, poidan engrandecer o teu coñecemento sobre a nosa diáspora.

Por que emigramos? Facémolo buscando un futuro mellor, inexistente na terra natal.

Neste artigo veremos unha breve relación de homes e mulleres que marcharon desta Mariña nosa para América en busca do seu futuro. Non imos comprobar se triunfaron ou non, o que queremos é dar uns apuntes nominais que engrandezan a historia da emigración galega, en xeral, e da mariñán en particular.

Os casos que mencionaremos neste artigo responden, moitos deles, ao efecto chamada, emigraron porque a onde ían había alguén que os esperaba e que os reclamara previamente.

Comezamos co caso de Xusto Alonso, un comerciante da vila de Ribadeo, que no ano 1818 presenta unha solicitude de licencia para que o seu fillo, Ramón, marche á illa de Cuba “y pueblo de la Abana con el unico motibo y no otro alguno, de recoger varios intereses que condujo el Bergantin La Maria, propios de mi dominio y otros socios, por haverse quedado en dicha Abana el mismo buque y cargamentos, quando la expedición del señor Morillo; y ademas de esto tanvien ba hacerse cargo de varios vienes que le dejo su thio don Pascual Alonso de la Peral”.
Para levar  acabo a súa viaxe “tiene hechas diligencias para embarcarse en la Fragata nombrada Los tres Amigos, su capitán do Bernabé Pumari, del comercio de la ciudad de la Coruña, desde donde prebe salir para dicha Abana, y ahunque por qualquiera accidente no pudiese colocarse e este buque, lo ha de hacer en uno de los otros que se estanaparejando para el mismo destino”.

Unha das testemuñas presentadas é Xoán Fernández de Murias, veciño de Ribadeo que di que coñece a Xusto Alonso, ao seu fillo Ramón e afirma que o bergantín levaba catro anos na Habana.

No ano 1826 Pedro Méndez de Villamil, da vila de Ribadeo, solicita licencia para que o seu fillo “Benito Méndez Villamil, de estado soltero y de edad de 19 años pueda pasar a la ciudad de la Havana, a asuntos de comercio”. Bieito era fillo do mencionado Pedro e de Antía Balsa, ambos veciños de Ribadeo. Seu pai declara que o embarque terá lugar no porto de Xixón “en el bergantín español nombrado Los Dos Amigos que ba abelitarse al puerto de Gijon”.

Tanto o pai como as testemuñas presentadas (Manuel Lage, Xosé León Esquina e Manuel Mera, todos comerciantes e veciños de Ribadeo) confirman que Bieito era unha persoa de boa conducta “que no esta procesado ni sindicado, que es de buena conducta asi religiosa como política y ultimamente que en el tiempo de la abolida Constitucion no pertenecio a la llamada Milicia Nacional ni a otro ningun cuerpo rebolucionario”.

O 22 de abril de 1829 Antón Francisco Almoyna, casado con Tareixa Cardóniga e Boado, ambos veciños da parroquia de San Xiao de Landrove (Viveiro), solicita licencia para o seu fillo, Remixio María, para que puidese viaxar á “la ysla de la Habana con el obgeto de yncorporarse con otro hermano que se halla establecido en aquel punto en el Comercio”. O irmán asentado xa en Cuba chamábase Xosé María Almoyna.
(Regino María Almoyna, pares.mcu. es ArchivoGeneral de Indias, Ultramar, 353, nº 25).

Un caso curioso é o que acontece o 6 de agosto de 1829, ten como protagonista a  María Baltasara Piernas, natural de Viveiro, de 60 anos de idade e viúva, que solicita licencia para “envarcarse para la Hisla de la Havana a yncorporarse cons u hijo don Francisco Santiago de Aguirre, comerciante, abecindado en dicho punto”. O motivo era o de pasalos derradeiros anos da súa vida en compaña do seu fillo.
(María Baltasara Piernas, pares.mcu. es ArchivoGeneral de Indias, Ultramar, 353, nº 64).

No día primeiro de setembro de 1829, Antón Vicente, veciño da parroquia de Santiago de Viveiro, solicita autorización para poder pasar “a la Hisla de la Habana a seguir en la carrera del Comercio”, mais tamén tiña pensado ir á illa de Porto Rico a recoller parte da herdanza que lle correspondera a seu pai pola morte de “mi tio don Jose de Banga y Feijoo, vecino que fue de aquellos puntos”.
(Antón Vicente Fernández Banga, pares.mcu. es ArchivoGeneral de Indias, Ultramar, 355, nº 2).

 


A fins de outubro de 1829, Pedro Martínez, veciño de Vilaselán, como avó de Bernardo María Martínez González Villaamil, solicita autorización para o seu neto, “de edad de 15 años, huerfano de padre y de madre, debe pasar a la Habana al lado de su tio don José González Villaamil, del comercio de aquella plaza, con el objeto de seguir la misma carrera”.

Os pais de Bernardo (nado en Ribadeo o 15 de agosto de 1814) eran Bernardo Martínez e María Antía González Villaamil, ambos defuntos en 1829. Trala morte dos proxenitores, e sempre segundo a versión do avó, este tivera “que hacerme cargo de sus hijos, mis nietos, pupilos sosteniendolos y educandolos. Savedor de esta desgracia don Josef Gonzalez Villaamil, vecino del comercio de la Havana, hermano de la madre de mis nietos, me escrivió varias veces y aora ultimamete para que le remita uno o dos sobrinos que quiere educarlos e instruirlos en el comercio, por cuya razon tengo pensado mandarle a Bernardo, de edad de quince años, que no está comprendido en quintos”. (Bernardo Mª Martínez González Villaamil, pares.mcu. es ArchivoGeneral de Indias, Ultramar, 356, nº 74).

As testemuñas presentadas son os veciños de Ribadeo Xoán Fernández Reinante e Pedro Rodríguez Cobre. Este último, tamén solicitará, o 5 de novembro de 1829, a autorización pertinente para que o seu fillo, Diego María, de 12 anos de idade puidese “pasar a la ciudad de la Habana, al lado de uno de sus parientes que se halla dedicado al comercio”.
Diego nacera o 11 de setembro de 1817, era fillo de Pedro Rodríguez de Cobre e de Antía del Riego, avós paternos Antón Rodríguez de Cobre e Sabela Amor e os maternos Caetano do Rego, defunto e Xosefa Fernández, todos eles veciños de Ribadeo.
Cando se menciona o apelido da nai escriben del Riego, pero no avó materno aparece o apelido do Rego.
O parente que o vai recibir é “un primo hermano del don Diego Maria, llamado don Juan Rodriguez, vecino y del comercio de la Habana, le llama para su compañia e ilustracion en el comercio”. (Diego María de Cobre, pares.mcu. es ArchivoGeneral de Indias, Ultramar, 356, nº 40).

O 20 de xuño de 1834, Manuel María Coira e Fernández, veciño de Viveiro solicita licencia para pasar á “las yslas de Puerto Rico y la  Habana”. Tal solicitude era para dous dos seus fillos “Francisco y Jose Maria Coira, el primero de 19 años de edad y el segundo de 17, ambos solteros”. A viaxe tería unha dobre finalidade, a de recoller “varias acciones y derechos” que lle corresponderan ao pai dos emigrados e para “establecerse en el Comercio”.
(Francisco e Xosé Mª Coira Montenegro, pares.mcu. es ArchivoGeneral de Indias, Ultramar, 3564, nº 91).

  
Rematamos cunha historia de emigración ben triste, a que lles acontece, o 2 de xuño de 1817 a María Caetana de Xesús e a seu irmán Xosé Bermúdez. Na mencionada data dous comerciantes, Xoán Antón Fernández Veiga, de Viveiro, e Xoán Silva Cedrón, de Ribadeo, solicitaban permiso, na súa calidade de titores legais, para que os nenos mencionados, ambos orfos, puidesen “transportarlos a la ciudad de la Habana y poder de don Jose Mariano Palacios, hacendado y residente en aquella ciudad, quien, como amigo y protector del didfunto padre de dichos menores, don Antonio, los quiere en su compañía”.

Estes nenos eran fillos de Antón Bermúdez, natural de Galicia e de “doña Antonia Brito, que lo ha sido de la Ysla de Cuba y de la ciudad de la Havana”.

A razón do retorno de Antón á Mariña, tal e como afirman varias testemuñas, debeuse ás revoltas existentes en Cuba. Ao pouco tempo de chegar a súa vila natal, Viveiro, Antón Bermúdez falece.
O futuro que espera a ambos nenos en Cuba sabémolo pola copia da carta enviada por Mariano Palacios, na que se le que “he travajado con una prima mia para que admita a la dicha Calletana, para que la acompañe y sirva en los pormenores de la casa y a Pepe veremos como se pueda colocar”.

Na declaración dunha testemuña, Antón Puente y Andrade, veciño de Viveiro dise que coñecera a Antón Bermúdez, natural da vila de Viveiro, que emigrara a América, “regresando de ella a este pueblo en el año pasado de mill ochocientos catorze, traiendo en su compañia a sus hijos doña Caetana Mari ade Jesus, don Faustino, don Phelipe Santiago y don Joseph Ygnacio Bermudez, que son de corta hedad, como heran en aquel entonzes menores de catorze años, y aun hoy lo son, eszepto doña Caetana Maria”.

Quédanos por saber que pasou cos dous fillos de Antón, Filipe e Faustino, que non retornaron á illa de Cuba. Tal vez, algún día o saibamos.


Non digo nada novo si digo que da Mariña saíron, cara as Américas, infinidade de persoas. Sirva como exemplo a noticia, entre outras moitas que hai, que aparece no xornal El Correo Gallego do 16 de decembro de 1984, segundo a cal  “Han salido para la Habana numerosos viajeros procedentes de Mondoñedo y sus alrededores, abandonando sus hogares en busca de fortuna en la gran Antilla. Tres coches iban atestados de emigrantes, que embarcaron en los puertos de Galicia”.

Esta masiva saída acrecentábase cando na prensa saían noticias sobre aqueles galegos que triunfaran na emigración. Un ejemplo é a noticia que vemos publicada no xornal El Correo de España, o 27 de xaneiro de 1895, que di así: “Un gallego ilustre. Los Lunes, periódico político y literario de Cienfuegos, publica el retrato de un apreciable vivariense, don Francisco Infante, rico propietario de Real Campiña, en el término municipal de aquella población americana. De él, dice el periódico, que es simpático, noble y generoso. “Fundador de los pueblos de Palmarejo y Real Campiña (en Aguada de Pasajeros, ambos puntos están hoy en constante progreso, debido muy principalmente á las iniciativas del señor Infante. En sus grandes fincas de caña, da trabajo todo el  año a mas de 300 personas. En toda la comarca le quieren y respetan extraordinariamente. A su casa no acude nadie en demanda de algún favor que no lo obtenga”.


Lendo o que acabamos de ler pregúntome: Como non íamos emigrar?.